Archivo por meses: febrero 2024

Me muero por BESAYUNARTE cada día

Durante el mes de febrero («februare» en latín) en la antigua Roma tenían lugar ciertos ritos religiosos dedicados al dios Plutón en el que se simbolizaba la “purificación”, es decir, la limpieza de nuestra vida interior.

Yo, personalmente, me he puesto a ello y he decidido que voy a utilizar estos 29 días de febrero para esa tarea de limpieza. No sé si tendré suficiente tiempo. Porque últimamente debo tener el síndrome de Diógenes emocional y estoy acumulando mucha mierda; pero, voy a intentar erradicar toda la suciedad de dentro, especialmente la que no logro vomitar y me voy a lanzar a  buscar nuevas energías positivas, con ímpetu renovado y pulcro.

Como os venía contando, los romanos durante el mes de febrero celebraban tres grandes fastos:

El primero, el cinco de febrero en el que se festejaba el día de la Diosa FORTUNA, la buena suerte, la fertilidad , el matrimonio y el DESTINO. Ya sabéis que yo soy muy escéptica en muchas cosas, sin embargo, en lo que soy una fiel creyente, es en las señales del universo y en el que todo lo que sucede, siempre al final, es por alguna razón que resulta ser la mejor; aunque muchas veces no lo veamos desde el principio. Este día, coincide con el cumpleaños de mis dos grandes amores, así que haciendo una traducción algo marujil , “in my style” , concluyo que, como ambos nacieron el 5 de febrero de 1970, la señal refulgente del destino es, por lo visto, que no me iba a quedar con ninguno de los dos; como así ha sido, uno porque se fue y otro porque no quiso quedarse. Suena contundente, pero ya me conocéis, soy intensita y con una gama de colores de pensamiento muy corta: blancos o negros.

Siguiendo con esta teoría de la simbología de febrero, tenemos el catorce que es el día de San Valentín, supuestamente el día que se conmemorar el amor puro y CORRESPONDIDO, por lo que un@s lo disfrutarán y otr@s, espero que los que menos, lo sufrirán o más bien lo echarán de menos.

Y, finalmente, alrededor del veintiuno de febrero los romanos rendían homenaje a sus difuntos, celebrando ceremonias familiares por las almas de aquellos seres queridos que ya no estaban. Tras una semana de recogimiento, comenzaba el festival público en el que se mostraba a los demás el recuerdo por los fallecidos. Esto lo he adaptado a algo más metafórico, y como es una fecha que viene justo después de San Valentín, quizás debería ser la semana de llorar la ausencia del amor idealizado, vamos que será para aquell@s que no han podido compartir ese día de una manera romántica (suena menos funesto, ¿verdad?)

Ahora vamos al meollo. La famosa psicoterapeuta familiar Virginia Satir afirmó categóricamente que: “Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y doce abrazos para crecer” y yo añado, que si quieres tener un alma sana, intenta que, al menos, una vez en la vida tengas a alguien que desee BESAYUNARTE cada día; que te colme de besos que empalagan el alma, pero que nunca son suficientes para tu corazón. De esos que besos que nos inundan de sensaciones y emociones efervescentes, cálidas, reconfortantes, tonificantes, y, sobre todo, nos bañan de bella energía incombustible.

Ahora quiero dejaros mi regalo dedicado a mis chicos en lo que para uno serían sus cincuenta y cuatro años y para el otro, dónde quiera que esté, aún lo son. No olvidéis que os quise mucho, intensamente, como supe y como pude.

BESAYUNARTE CADA DÍA

Bajo este tenue sol invernal, tomo una cerveza que se escurre como mis lágrimas por la garganta.

Busco el calor de sus rayos, que se convierten en caricias cálidas sobre mi piel, aunque por dentro , aún siento el frío del “no estáis a mi lado”.

Levanto la mirada buscando las vuestras, en el cielo, en el aire, en mi mente que juguetea con un tú, mitificado y un tú, huidizo.

No hay amaneceres en el que que no os abrace el alma; a uno llorando, a otro temblando.

Ya no quiero tener que elegir entre perderme o perderos. A uno en los Recuerdos que duelen, porque la felicidad finita hace daño, incluso escuece, a veces, se lacera y, al otro, perderle en mis pensamientos de cada día, porque arañan en exceso, con fuerza, machaconamente.

No hay momentos, ni en el de los silencios, que no me sienta colgada de vuestras almas. De uno, con las manos encallecidas de agarrarme, del otro con los dedos ateridos y a punto de soltar , porque no puedo más.

Mi sangre se arrastra hasta el corazón; en uno fluye espesa y lenta porque no se ha recuperado y con el otro se coagula, se encastra en la piel que rodea el músculo del amor, no dejando salir las penas, ni entrar las emociones bellas.

Necesito paz, calma, consuelo, palabras bellas, abrazos densos. Realmente lo que necesito es BESAYUNARTE cada día hasta el infinito.

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